¡Educar para un mundo mejor!

 
 

Por: Gladiza Santiago 

(Coordinadora de Elemental INE)  

María Montessori entendía que el niño es bondadoso por naturaleza. Veía al niño como un ser neutral, sin prejuicios. Por esta razón, la filosofía Montessori fomenta el educar para la paz desde que el niño es muy pequeño.  

Cualquier guía Montessori desea formar niños y jóvenes que se sientan bien y en paz consigo mismos, que tengan un gran respeto y sentido de responsabilidad hacia su comunidad y que ese sentido de comunidad se extienda al mundo. 

Se aspira que sean mejores seres humanos: que resuelvan sus diferencias con respeto, honestidad y mediante el diálogo. 

La paz comienza en cada individuo.  Por lo tanto, en el ambiente montessoriano se fomenta el que los niños y las niñas desarrollen un sentido de bienestar tanto corporal, mental como espiritual.  También se aspira a que los niños y jóvenes desarrollen confianza en sí mismos.

 En los ambientes se fomenta la libertad de movimiento, la buena alimentación y el salir fuera del ambiente, lo que tiene como efecto un buen cuidado del cuerpo. Los ejercicios de conciencia plena (“mindfulness”) que se llevan a cabo en el ambiente son un ejemplo concreto de actividades que fomentan el sentido de bienestar individual.

 
 

Las actividades de Vida Práctica son otro ejemplo concreto de cómo se desarrolla la confianza en sí mismo. Los ejercicios de Vida Práctica le dan la oportunidad al niño o la niña de concentrarse en una tarea. La concentración y la repetición a su vez lleva al niño, por sí mismo, a encontrar su paz. Cuando el niño experimenta el gozo de haber logrado algo por sí mismo, le crea confianza en sus habilidades.  Se siente feliz. 

La libertad que se le provee al niño en el ambiente también aporta a su sentido de bienestar. El poder elegir, el poder tomar decisiones, el manejo adecuado de las emociones y el asumir las consecuencias de sus acciones aportan al desarrollo de la conciencia de uno mismo. 

De la mano con el sentido de bienestar individual, se fomenta en las aulas montessorianas el sentido de comunidad. Los niños y jóvenes practican la gracia y la cortesía en colectivo, en diversas situaciones que surgen en el ambiente, como cuando hay esperar el turno, o cuando hay que esperar si alguien está usando un material, o cuando se respeta el espacio del otro.

La libertad para moverse y escoger promueve la interacción entre compañeros y compañeras.  Esto a su vez propicia el trabajo en parejas o en grupo, lo que lleva al niño y al joven a cooperar y a tomar decisiones en consenso. Esto los lleva a experimentar el éxito y gozo a nivel colectivo, pero a su vez ese gozo llena la satisfacción personal. 

La aportación de cada miembro del colectivo es valorada. Cuando surgen diferencias o conflictos, se fomenta la reflexión y el diálogo como herramientas para lograr resolverlos de manera respetuosa, honesta y pacífica.

 
 

El sentido de comunidad se lleva más allá del ambiente preparado: se extiende a toda la escuela, a la comunidad a la que pertenece la escuela, al país y al mundo. Es por esto que se fomenta un respeto profundo hacia las diferencias y otras formas de vida. 

A través del estudio de otras culturas, se fomenta el respeto a las diferencias, a la necesidad de proteger los derechos humanos y surge un sentido de agradecimiento a sus aportaciones. El niño y el joven comprende que todos somos iguales pues todos los humanos tenemos las mismas necesidades fundamentales. Además del estudio de culturas diversas, a través de los estudios de Historia y Biología, los niños y niñas montessorianos se exponen al estudio del origen y a la diversidad de vida en nuestro planeta, lo que aporta a que desarrollen un sentido de respeto hacia otras formas de vida. 

El cuido de una mascota que el colectivo haya querido adoptar también abona a esto.  A grandes rasgos, el sentido de responsabilidad ambiental se siembra en los pequeños a través de actividades del cuido del ambiente, tales como barrer, limpiar la mesa o regar las plantas. En cada etapa del desarrollo se procura que el niño tenga contacto con la naturaleza.

 
 

Los pequeños salen a jugar y explorar en el patio de la escuela. Los más grandes ya salen a otras partes de la escuela y fuera de la misma para servir a su comunidad. Es por esto que el servicio comunitario es parte de las actividades de los niños más grandes y de los jóvenes. 

Educar para lograr un mundo mejor sigue vigente hoy. Como dice el Dalái Lama, “Debemos educar a los niños en la práctica de la compasión a nivel mundial.”

Xavier Rivera